Mi película porno

Una sucesión de síntomas producto del invierno y el estrés, además de hacerme gastar dinero, me dejaron una semana encerrada en mi casa. Uno de estos días, con visitas, en la cocina lavando unos vasos de entre la pila de mi vajilla completamente usada, escucho: "March, ¿o yo estoy loco o acá alguien está cogiendo?".
En la computadora, el monitor apagado en modo energy save, había programado una variadísima cantidad de canciones en mp3 que compartían una carpeta con el nombre A ordenar. Cuando volví ya habían terminando los gemidos, pero tenía que explicarme. "Ah, mi peli porno", dije. Y volví a poner el track de nombre Budapest, donde una chica rubia, jovencita, maquillada y sobre todo desnuda tiene sexo de pie con un muchacho latino de barbita. Cuando bajaba música, y eso se retrotrae a la época del Audiogalaxy, una vuelta bajó ese video, de menos de un minuto, tan amateur como verosímil, que ahora apareció perdido entre canciones de Collective soul y REM. Vimos una vez más el video, pequeño en la ventanita del reproductor de la computadora, casi inofensivo después de los de Pamela Anderson y Paris Hilton.
Ahora que escribo, me puse a buscar el archivo -ya lo tengo ubicado, ojo- noté que llegó a mí en enero de 2002. Los que vivimos estos años, de juventud, de Internet y de aburrimiento entendimos que ya no hay mucho de qué escandalizarse. Aunque todavía no pueda más que hablar de eso, y no subirlo a YouTube. Me voy a lavar los platos.