en homenaje
Enseguida pensé en Syd Barrett
aunque era otro muchacho
menudo de ojos miel, despeinado
por el verano notable.
Mi libertad me permite estas,
iba a decir libertades,
pero debería buscar
otra palabra.
Esa mañana salí de casa
y encontré dos patrulleros.
El portero miraba serio
con su hijo menor de la mano.
En la planta baja, la puerta abierta
del departamento A
Yo estaba apurada,
me miré al espejo del hall,
guardé las llaves.
Quedaron dos autos
estacionados en doble fila.
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Brillará para siempre, loco, siempre. Ajustemos los controles, vamos al corazón del sol.
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