Por qué no chatiamo' un ratito
Antes la gente "enamoraba", después se "relacionaba" y ahora se "conecta".
Antes el amor suponía la posibilidad de intensas consecuencias, más tarde las relaciones impusieron la noción de funcionalidad emocional y ahora la conexión no presume ni siquiera de deseo: alcanza con las "ganas" de conectarse, de "estar" conectado, el tiempo y el modo son decisiones unilaterales: cuando las "ganas" se terminan, uno se desconecta, como en una eutanasia de entrecasa de los vínculos humanos, porque la conexión no se establece de individuo a individuo sino con una red. La red, como todo el mundo sabe, dispensa de la verdad. En la red se puede mentir. (...)
Estos cambios son los que analiza en El amor líquido el sociólogo alemán Zygmunt Bauman, partiendo de la noción que ya había tomado en La modernidad líquida: esta época refuta la solidez y la durabilidad de las emociones y los sentimientos. Lo sólido resulta insoportable. Somos moldeados por las leyes de la economía de mercado para ampararnos en la velocidad con la que todo lo líquido se nos escurre de las manos y la cabeza: necesitamos liquidez para movernos como empresas unipersonales, pero también para sacarnos de encima la idea de que cualquier cosa que elijamos (un par de zapatos, un marido, un dirigente político) nos comprometerá a algo más allá de una circunstancia. Somos, en fin, gente frágil que se viste, se casa o se embandera en función de coyunturas y oportunidades que no deben perderse, como algunas ofertas. (...)
Por Sandra Russo
completo en Amores líquidos-P/12.
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